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Educando a gemelos, mellizos, trillizos o más, ¿Igualdad o Equidad?

| 23 octubre, 2013 | 7 Comentarios
Os preguntaréis qué hago hablando de filosofía política en mi blog pero, ¿Acaso gestionar una familia no es como gobernar un micro estado?

Os preguntaréis qué hago hablando de filosofía política en mi blog pero, ¿Acaso gestionar una familia no es como gobernar un micro estado?

La imposibilidad de tratar a nuestros gemelos, mellizos o trillizos exactamente igual es una causa permanente de culpabilidad entre los padres que criamos dos o más niños de la misma edad a la vez.

Pero, ¿Realmente debemos tratar a nuestros hijos por igual? Una experiencia que viví en primera persona el otro día, y un interesantísimo testimonio que recibí esta semana en el blog, me han motivado a escribir este post. Igualdad o equidad, esa es la cuestión.

 

La igualdad en la crianza de varios niños

Todos los padres del mundo queremos tratar a nuestros hijos por igual en el sentido de tener el mismo nivel de dedicación con cada uno de ellos. Y eso no es malo por sí mismo, ya que creo que la motivación que subyace bajo todo esto es nuestro ánimo de demostrarles que les queremos a todos por igual.

Personalmente, y sin ánimo de resultar polémica, creo que el concepto de igualdad está sobrevalorado actualmente, y al final se ha convertido en una palabra comodín usada en todo tipo de contextos completamente distintos. Obviamente no me refiero al concepto de igualdad desde el punto de vista jurídico, que es un caso muy distinto al que nos ocupa ahora mismo.

Pero creo que este concepto de igualdad en sentido amplio es algo que tenemos tan grabado en nuestro subconsciente que parece que, si no actuamos con estricta igualdad, automáticamente estamos actuando con desigualdad, y por tanto, estamos siendo injustos. Y creo que es precisamente eso lo que nos hace sentir tan culpables.

Si tienes varios hijos de la misma edad quizá puedas aspirar a una cierta igualdad en el trato, pero esta igualdad nunca será total. Porque ya desde el momento de su nacimiento, el segundo hijo tendrá que compartir la atención paterna con su hermano mayor, cosa que con el primer hijo no sucedió. Pero si nos ceñimos a las distintas etapas del desarrollo de cada niño, en este caso sí podremos aspirar a prestarle a cada uno una mayor dedicación en aquellas etapas en las que más lo necesitan.

Pero cuando se trata de dos o más niños de la misma edad, que se encuentran en la misma etapa de su desarrollo y tienen las mismas necesidades, la cosa se complica.

Por otro lado, los padres de gemelos, mellizos, trillizos o más insistimos constantemente en que nuestros hijos no son iguales, y en su derecho a desarrollar su propia identidad, así que ¿Qué sentido tiene tratarles por igual?

 

Igualdad vs equidad

De conformidad con lo anterior, creo que  tendemos con frecuencia a confundir  términos similares como igualdad, justicia y equidad. Para subrayar los distintos matices de cada término voy a echar mano del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:

  • Igualdad: Conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad. Correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente componen un todo. Equivalencia de dos cantidades o expresiones.
  • Justicia: Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.
  • Equidad: Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece.

Como vemos, la igualdad más bien hace referencia a cantidades o proporciones, mientras que la justicia y la equidad nos inclinan a darle a cada uno lo que le corresponde. ¿Pero qué es lo que les corresponde? ¿Les corresponde a todos las mismas cosas y en la misma proporción?

Llegados a este punto de mi disertación no puedo evitar mencionar, por mera deformación profesional, la Teoría de la Justicia, elaborada por el filósofo americano John Rawls, de la que yo destacaría aquí dos conceptos:

  • La identificación del término justicia con imparcialidad.
  • El principio de la diferencia que podríamos identificar con la discriminación positiva, esto es, que la justicia debe aplicarse teniendo en cuenta las diferencias de cada individuo en cuanto a sus dificultades y/o habilidades.

En este contexto, yo diría que podemos considerar que hacemos justicia cuando establecemos una conjunto de normas iguales para todos los individuos, pero cuya aplicación debe ser flexibilizada en función de las características del sujeto.

Por ejemplo, imaginemos que uno de nuestros hijos tiene una gran habilidad para las matemáticas, mientras que el otro tiene una dificultad manifiesta: ¿Debemos valorar de la misma manera un sobresaliente o un suspenso en esta materia?

Sintetizando todo lo anterior, esta es mi propuesta:

Quererles en igualdad, tratarles con equidad y aplicar la disciplina con justicia, teniendo en cuenta las características particulares de cada uno de nuestros hijos.

¿Qué os parece? Yo creo que es un buen punto de partida 🙂

 

Equidad en la crianza de gemelos, mellizos, trillizos y más

Si acudimos al Gran Libro de los Gemelos, escrito por nuestra querida Coks Feenstra, encontramos el pasaje siguiente (pg. 273):

Un trato diferente para cada uno

«A medida que los bebés crezcan, los padres irán conociendo el carácter de cada uno y se darán cuenta de las diferencias entre ellos. A veces sufren porque intentan darles un trato igual y equilibrado pero no lo consiguen. Sin embargo, no es necesario preocuparse tanto en «darles todo a partes iguales». La relación con cada hijo es diferente, igual que ocurre en familias con hijos de distintas edades. Hay que aceptar que a cada uno se le quiere de un modo especial y diferente; no diferente en «cantidad de amor», sino en sentimientos y experiencias.

Conozco a madres que se esfuerzan en hacer lo más adecuado. Por ejemplo, a la hora de vestir: Si hoy Vicente es el primero, mañana este «privilegio» le corresponderá a su hermano gemelo. Pero no es necesario ni conveniente hacer esto, porque así los niños aprenden a «medir la atención».(…)

Hay que darles un trato individualizado y estipular pautas acorde a su carácter.»

Estos párrafos vienen a reafirmar mi teoría de que no es malo tratar a nuestros hijos de forma distinta. Incluso teniendo en cuenta que nuestros gemelos, mellizos o trillizos se encuentran en la misma etapa evolutiva, ello no basta para afirmar que tienen las mismas necesidades. Evidentemente, estas serán muy parecidas por razón de la edad, pero nunca iguales, ya que cada uno de nuestros hijos es una persona única con habilidades, necesidades y carencias distintas.

Y aquí viene la parte difícil, ¿En qué proporción debemos atender las necesidades de cada uno? ¿A cuál atender primero cuando ambos tienen la misma necesidad en un momento dado? ¿Cómo elegir?

En la práctica, yo suelo optar por atender al mellizo que se calma con mayor facilidad en ese tipo de situaciones concretas ya que todos sabemos a estas alturas como funciona el Síndrome de Intensificación Gemelar. Si opto por calmar al mellizo más exhaltado, lo que suele ocurrir es que el más tranquilo se acaba alterando muchísimo y al final se acaba formando una dinámica de la que es muy difícil salir porque ambos se niegan a dar su brazo a torcer y ninguno quiere ser el primero en abandonar el motín.

Pero sí, aún después de reflexionar largo y tendido sobre este tema, yo también me siento culpable muchas veces, y rompo este principio en ocasiones para atender primero al que habitualmente suelo atender después en ese tipo de situaciones, en un afán de reequilibrar la balanza.

 

Cuando la equidad se convierte en injusticia

La igualdad no siempre es sinónimo de justicia, y una equidad mal interpretada también puede resultar peligrosa

La igualdad no siempre es sinónimo de justicia, y una equidad mal interpretada también puede resultar peligrosa

Todo lo anterior parece muy razonable, y ya sabemos que el papel aguanta cualquier teoría por peregrina que esta sea, pero una de las paradojas de la multimaternidad es que, a veces, un exceso de equidad puede acabar convirtiéndose en una injusticia manifiesta.

Por ejemplo, el otro día mis mellizos estaban alterados a la hora de comer y ninguno quería ser el primero en entregarme su chupete. Así que empecé por mi hijo, que en este tipo de situaciones suele ser más razonable. Cogí y apagué la televisión (sí, soy de esas malas madres que les pone la tele mientras comen para garantizar la paz de mi hogar). Enseguida mi hijo me entregó su chupete para que la volviera a encender. Pero mi hija seguía sin calmarse, y mi primer impulso fue repetir la jugada. Claro que, pensándolo fríamente, si apagaba la televisión otra vez me estaba portando de forma injusta con mi hijo, quien había cumplido su parte del pacto sin rechistar.

Al final opté por hacer entrar en razón a mi hija de una forma que no afectara a su hermano pero debo reconocer que este tipo de situaciones me confunden muchísimo porque, conforme mis mellizos vayan creciendo, se van a dar cada vez más a menudo. Si estoy sola con ellos y castigo a uno sin ir al parque, ¿Qué pasa con el otro mellizo que se ha portado correctamente? ¿Es una solución justa?

Incluso se puede llegar a dar la grandísima paradoja de que el hermano castigado se convierta indirectamente en el gran beneficiado de la situación. Recuerdo como en una reunión de AMAPAMU uno de los padres de trillizos allí presentes contaba como uno de sus hijos tendía a portarse mal deliberadamente para acabar siendo castigado sin bajar al parque con su padre, y de este modo poder gozar de unas horas de atención exclusiva por parte de su madre.

En este sentido, un testimonio recibido en mi blog esta misma semana, por parte de una melliza y a su vez madre de gemelos, resulta de los más ilustrativo para evaluar hasta qué punto influye en el vínculo entre los hermanos nuestra capacidad de aplicar las normas de forma justa:

“Para que las gemelos o mellizos se odien o no sean tan apegados, y no exista ese vínculo, tiene que ver el medio en donde se desarrollan; la casa, amistades y la escuela, profesores y compañeros de clase.

Soy melliza. Mi hermana es de tez blanca y yo de tez morena. A mi hermana le iba bien en las matemáticas y yo en las artes y deporte. Mi hermana sacaba diplomas en la escuela y yo en deporte, pero como era un deporte no valía, no era nada eso lo que contaba.

Además siempre me hicieron saber que era la mayor y le tenía que obedecer en todo, así que le hacía sus tareas porque era una orden de mi hermanita. A ella le pagaron sus estudios, yo trabajé para seguir estudiando.

La realidad que llevo meses sin saber de ella y no siento las ganas de buscarla a pesar que vivimos unas cuantas cuadras. Ella nunca me ha buscado ni llamado por teléfono. Y mis familiares preferían a mi hermana antes que a mí.

Yo decía que cuando tuviera hijos no haría esas feas comparaciones. Mi vida fue llena de comparaciones; ella es mejor en matemáticas y tú me avergüenzas, los deportes no sirven, toda mi niñez lo escuché…

Mi reto y misión en la vida es educar a mis gemelos varones para que sientan amor como hermanos, el saber que son diferentes personas, y si ellos quieren vestirse iguales lo hacen y sino no pasa nada. Ellos toman sus propias decisiones, no deben pasar lo que yo viví por ser melliza.

Mis niños son muy unidos, ¡Mis gemelos son cómplices de travesuras! Es lo mejor que me ha pasado. Y sí, he vivido un reto con mis familiares, hasta la fecha no saben cual nació primero, he planteado los limites hacia mis niños.”

Es evidente que se trata de un caso un poco extremo, pero muy representativo de lo que estamos hablando. Aún dejando a un lado el tema de las comparaciones, del que ya hablamos extensamente en este post, también está muy relacionado con otras cuestiones que estamos tratando aquí.

No sólo debemos limitarnos a aplicar las normas con flexibilidad sino que también debemos hacer un esfuerzo para potenciar las habilidades de cada uno y la autoestima de forma individual. Eso sí, debemos tener cuidado y evitar llegar a un extremo en el que las propias habilidades se vuelvan en contra del niño y se conviertan en una resposabilidad excesiva.

Y todo esto no sólo es necesario para lograr educarles de forma justa, sino también para garantizar que tengan una relación sana entre ellos. ¡Menuda responsabilidad nos ha caído encima! A mí hay días que me dan ganas de dimitir de un puesto tan exigente 🙂

 

Ahora os toca iluminarme a vosotros, ¿Cómo gestionáis este tipo de situaciones? ¿Sentís que tratáis a vuestros hijos por igual o de forma distinta? ¿Eso os hace sentir culpables? O mejor aún, ¿Hay alguna forma de ser padre y no sentirse culpable por algo?

 

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Sobre la autora Somos Multiples

Madre de mellizos prematuros que un día decidió abrir un blog para compartir su (in)experiencia personal con otras madres. Administradora de Somos Múltiples y de la tienda para gemelos y mellizos Tot A Lot. Adicta a las redes sociales. Más info en la sección Autores.

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Categoría: Educación

Comentarios (7)

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  1. Ainhoa Gomez dice:

    Mañana me lo voy a leer detenidamente, gran post!

  2. Me ha encantado el post!! Los míos son muy pequeñitos y ya me he planteado este tema… Es tan complicado!!!! Lo dicho un post genial y bastante útil!

  3. Me encantó!!! Yo voy a intentar ser equitativa con ellos, ya que obviamente los amo de igual manera a los dos. Tienen un año y ya son muchas las diferencias que noto entre ellos… Yo tambien deseo que se quieran entre ellos muchisimo y apoyen y peleen como hermanos!
    Gracias!!!

  4. Mañana me lo leo. Una de mis gemelas con 10 meses no hace mas q tirarla a la otra del pelo y el no, no la vale. Al final he tenido q optar x separar el parque en dos con remordimientos pero es q no veo otra opción.

  5. Angela Palacios dice:

    Muy buen post!
    mis hijitas tienen 1 año 2 meses y 23 días y a veces me siento culpable porque Fabiana (mayor por un minuto:)) no quiere dormir en las noches con su papito, por eso Micaela – la segunda, – que se calma con facilidad duerme con El, todavía me siento mal porque siento que no comparto con Micaela su momento antes de dormir, pero ella se calma con su papito, en cambio Fabiana, grita y chilla hasta que me vea.. eso me da penita porque quisiera estar con ambas, pero con lo que acabo de leer me quedo más tranquila.ç

    Que bueno que no soy la única que hace lo del televisor.. también les damos de comer así, al principio pensaba que era una mala costumbre, pero se imnotizan y abren la boca, y se terminan todo!

    Saludos!

  6. Muy bueno! Siempre me siento fatal cuando estoy más tiempo con uno que con otro. Este post me ha hecho ver que si uno me necesita más no me he de sentir culpable. Mil gracias!!

  7. Jimena dice:

    Excelente!!! Los míos tienen 27 meses y esas situaciones se me plantean cada vez más seguido! Y muchas veces uno actúa por sentido común y la mayoría de las ocasiones las cosas salen bien, porque naturalmente uno le va dando a cada uno lo que necesita, que muchas veces no es igual y en diferentes aspectos alguno demanda más que el otro, por ejemplo mi nena duerme la mayoría de las veces la mitad de la noche con nosotros porque llora para que la busquemos en su cuna, en cambio el varón ni se despierta y amanece siempre solito y tranquilo en su cuna, por supuesto, eso no deja de generarme sentimiento de culpa, pero creo que simplemente el no lo necesita, si no, también lo pediría. No es un tema fácil!
    En casa también a veces recurrimos al tele para poder comer en paz cdo el clima viene complicado!

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