Competitividad y rivalidad entre gemelos, mellizos o trillizos
La rivalidad entre gemelos, mellizos o trillizos
La rivalidad entre hermanos es un fenómeno completamente normal que también podemos encontrar en algunos animales
El otro día publiqué un post sobre gemelos que odian ser gemelos, con algunos testimonios que ponían de relevancia el importante papel que tenemos los padres a la hora de evitar el fomento los sentimientos de rivalidad y competitividad. Pero exactamente, ¿Qué podemos hacer los padres de gemelos, mellizos o trillizos para evitar que esto ocurra? ¿Cómo podemos ayudarles a crear un vínculo sano entre ellos y a la vez crear el entorno propicio para permitir que se desarrollen plenamente como personas individuales?
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los sentimientos de competitividad entre hermanos son un fenómeno normal, muy vinculado a la selección natural, que podemos identificar incluso entre algunas especies de animales. Por ejemplo, en el caso del tiburón de arena, este compite contra sus hermanos ya desde el útero puesto que el tiburón de mayor tamaño devorará a los demás para asegurarse un mayor aporte nutricional. Un fenómeno parecido ocurre con algunas especies de águilas que empujan a sus hermanos fuera del nido para poder disfrutar en exclusiva del alimento que traen sus padres.
Según la psicóloga francesa Marie Bérubé este sentimiento de competitividad nunca desaparece del todo:
“Otro mito que hay que abolir es que la rivalidad entre hermanos desaparece con la edad. Evoluciona, pero no desaparece. Se convierte en algo más sutil, se transforma en competición, pero lo habitual es que persista durante toda la vida. De hecho, es normal, incluso aunque resulte problemático. Hay que esperarla, pero no temerla. Un temor excesivo puede provocar aquello que queremos evitar”.
Evidentemente, el nivel de competitividad variará según el contexto y el carácter de los hermanos, siendo generalmente más pronunciado entre hermanos del mismo sexo.
Según nos cuenta Coks Feenstra en el Gran Libro de los Gemelos, este sentimiento de revalidad se agudiza cuando los hermanos son de la misma edad y suele surgir entre el segundo y el tercer año, cuando los niños empiezan el proceso del desarrollo del “yo”. Muchas veces esta rivalidad surge por comparación, cuando hay una diferencia significativa en el desarrollo de los múltiples y uno de ellos se siente mal por no poder alcanzar los mismos logros que su hermano.
Desde este punto de vista, un nivel moderado de competitividad puede resultar incluso positivo al servir de estímulo para mejorar. Sin embargo otras veces uno de los hermanos tenderá a disimular sus logros para evitar que el otro hermano se sienta mal.
Consejos para gestionar la rivalidad y competitividad
Teniendo en cuenta que se trata de unos sentimientos perfectamente normales con los que tendremos que enfrentarnos tarde o temprano, he realizado una investigación por internet para ver qué dicen los profesionales sobre este tema y cómo lo afrontan otras mamás múltiples. Y estas son las sugerencias que me han parecido más interesantes:
- Abrir el círculo. El psicólogo infantil francés Didier David, especialista en gemelos, afirma lo siguiente:
“No hay que intervenir demasiado rápido cuando uno de los niños la toma con el otro. De hecho, el problema se modera realizando actividades distintas con cada uno con el objetivo de abrir al exterior esta pareja gemelar. Es importante que los padres no se sientan forzados hacia un igualitarismo excesivo. Es normal que haya momentos en los que uno de los múltiples se vea favorecido con respecto al otro. No hay que culpabilizarse ni estresarse por ello”.
- Proporcionarles ratos de exclusividad en los que no tengan que competir con nadie para obtener nuestra atención. Reservar un tiempo para hacer algo especial con cada uno de los niños les ayudará a sentirse valorados y disminuirá el nivel de competitividad por la atención de los padres.
- Tratarles de forma individual, y no como una unidad. Debemos evitar referirnos a ellos como “los gemelos”, llamar a cada uno por su nombre y resaltar sus características y habilidades individuales. También debemos hacer un esfuerzo para que las demás personas de nuestro entorno les proporcionen un trato individualizado, incluso corrigiendo su conducta en privado si es necesario.
- Ayudarles a expresarse y validar sus sentimientos. Muchas veces los niños reaccionan de forma agresiva por la frustración que les produce no ser capaces de verbalizar sus sentimientos en palabras. Los padres podemos ayudarles con esto buscando esas palabras que les faltan para expresar su malestar diciéndoles por ejemplo, “entiendo que estés enfadado con tu hermana y que te sientas frustrada porque te quita los juguetes”.
- Enseñarles a cooperar entre ellos, por ejemplo, a través de juegos de equipo.
- Fomentar la empatía. Cuando se produzca una pelea podemos preguntarle a cada niño como cree que se siente su hermano y que le gustaría que ocurriese si estuviera en su lugar.
- Reconocer los esfuerzos que hacen para llevarse bien. No sólo debemos intervenir en caso de pelea, sino también debemos mostrarles nuestro reconocimiento cuando estén haciendo un esfuerzo por llegar a un acuerdo o por llevarse bien.
- Introducir normas básicas. Es normal que los múltiples tengan desencuentros y diferencias de opinión, y es bueno para los niños que puedan expresar libremente sus sentimientos, pero hay que trazar límites. Las agresiones físicas (mordiscos, empujones) no deben tolerarse. Establecer unas normas con carácter previo y seguir un plan trazado de antemano te permitirá reaccionar con mayor agilidad y los niños sabrán a qué atenerse.
- Reforzar el papel del padre en aquellos casos en los que la rivalidad tenga por objeto captar la atención de la madre. Esto lo podemos hacer organizando momentos especiales y ratos de exclusividad con su padre para estrechar los lazos entre ellos y evitar que cada vez que tengan una necesidad acudan únicamente a su madre.
- Evitar las comparaciones y etiquetas. La naturaleza humana tiende a comparar y a etiquetar pero debemos resistir la tentación y evitar que el resto de la familia y del entorno lo haga (aunque esto a veces puede resultar una tarea muy ardua). La gente no se da cuenta de lo dañinos que pueden resultar algunos comentarios que le hacen a los niños, y en esas ocasiones debemos mostrar una actitud proactiva y dar un paso al frente para defender a nuestros hijos. De igual modo, a veces será necesario hablar en privado con determinados amigos o familiares para explicarles con sinceridad porque algunos comentarios hacia los múltiples pueden ser tan contraproducentes. Y hay que ser firme con esto. Por nuestra parte, si tenemos que corregir algún comportamiento del niño se lo haremos saber sin mezclar a su hermano por medio. El uso de comparaciones y etiquetas no sólo incide de forma negativa en la relación entre nuestros hijos, sino que también puede afectar a la autoestima del niño.
Es conveniente enseñar a los niños a resolver sus propios conflictos encontrando una salida consensuada
- Enseñarles a resolver sus propias disputas, en vez de correr a zanjarlas nosotros (salvo que se vayan a hacer daño, claro). Los padres podemos ejercer el papel de mediadores invitando a cada niño a expresar lo que siente y tratando de alcanzar una salida consensuada del conflicto. Tenemos que tratar de ser imparciales para no agudizar el conflicto. Es importante enseñarles a escucharse el uno al otro y a saber respetar las diferencias de opinión de cada uno. Lo ideal es que sean los propios niños los que propongan la forma de zanjar el conflicto y que, con el tiempo, sean ellos quienes desarrollen este proceso sin la ayuda de los padres.
- Reforzar el vínculo. No podemos forzar a nuestros hijos a ser amigos (esto podría resultar muy contraproducente) pero sí podemos hacerles ver y resaltar los aspectos positivos y las ventajas de tener hermanos de la misma edad. No está de más recordarles de vez en cuando lo afortunados que son.
Me gusta mucho la propuesta de la autora del blog The Twin Coach, quien creó con sus mellizos de dos años “el árbol de la bondad”. La idea consistió en crear un árbol de papel que colgaron de la pared del comedor. Cada vez que uno de los niños realizaba un acto amable con respecto a su hermano, cogían una hoja, lo anotaban y lo dejaban colgado del árbol. Periódicamente revisaba las hojas con sus hijos y hasta se lo enseñaban a las visitas. Y cuando el árbol estaba demasiado lleno de hojas organizaban algún acto especial para celebrarlo. Con las hojas que iban retirando crearon un álbum de recortes para conservarlo como recuerdo.
Otra mamá contaba que cada noche, antes de dormir, seguían un mismo ritual que denominaban “buenas noches, buena hermana”. Así, al acostar a sus hijas les pedía que le contaran algo bueno de su vida o que les hubiera pasado ese día. Y después le pedía a cada una que dijera algo bueno de su hermana o algo agradable que hubieran hecho juntas. ¡A todos nos gusta escuchar palabras bonitas y sentirnos apreciados!
- Fomentar los intereses individuales. Convivir con la misma persona 24 horas al día es algo que puede volver loco a cualquiera. Por ello es una buena idea fomentar que nuestros hijos tengan distintas aficiones para poder expresar su individualidad y proporcionarles la posibilidad de pasar buenos ratos también por separado. Por ejemplo podemos apuntarles a actividades extraescolares distintas en función de sus intereses. Que los niños tengan algunas amistades propias, al margen de su hermano, también puede resultar positivo en este sentido.
- Fomentar las experiencias comunes. Del mismo modo en que pasar tiempo separados les permitirá descansar el uno del otro y rebajar el nivel de tensión, fomentar las experiencias divertidas comunes reforzará su amistad. Incluso podéis crear un álbum de recuerdos común para que puedan revisar sus fotos y recordar los buenos ratos que hayan pasado juntos.
- Aunque la mayor parte de los juguetes sean de propiedad común, permitirles también tener algunos juguetes propios de uso exclusivo les ayudará a superar esa sensación de no tener nada propio y aumentará su predisposición a compartir otros juguetes.
Por último, y para complementar lo anterior, os recomiendo leer este interesante documento sobre la rivalidad en múltiples escrito por una psicóloga y madre de múltiples.
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Categoría: Educación
me encantó. tengo unos gemelos (niño y niña de 4 años) y estamos teniendo problemas para controlar la agresividad por parte del niño hacia la niña. me interesa poder acceder a este documental.